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Sesgos cognitivos. Entenderlos cambiará tu forma de tomar decisiones

Un tema imposible de ignorar en el mundo de la toma de decisiones financieras es el de “finanzas conductuales o del comportamiento” (behavioral finance en inglés). La oferta de cursos online y literatura sobre este tema es innumerable.

Explicado de manera muy general, las finanzas conductuales estudian cómo las emociones y los sesgos congnitivos influyen en las decisiones financieras que tomamos los seres humanos.

En este sentido, podemos decir que la racionalidad en la toma de decisiones es subjetiva. Así, una misma decisión puede parecer racional para quien la toma e irracional para un observador independiente.

Pensemos en la fidelidad a las marcas, por ejemplo Apple. Millones de personas en el mundo siguen comprando los productos de esta empresa, a pesar de que son más caros que dispositivos similares fabricados por la competencia.

A un usuario de Samsung o Huawei le puede parecer irracional la decisión que toma un usuario de Apple, a quien, a su vez, le parece perfectamente racional su elección.

Estos dos tipos de personas coexisten pacíficamente pues hay mercado para todos.

Algo similar sucede en nuestras decisiones financieras más complejas. Sin embargo, a diferencia de lo que representa elegir un dispositivo celular, lo que hacemos con nuestro patrimonio puede traer consecuencias a largo plazo.

De esta manera, si tomamos decisiones sin tener en cuenta nuestros sesgos cognitivos y nos dejamos llevar por las emociones, tal vez terminemos con un resultado poco beneficioso.

Pensemos en aquella compra que alguna vez hicimos y de la cual nos arrepentimos poco tiempo después. Esa “oferta” que teníamos que aprovechar de inmediato porque acababa el mismo día y que nos llevó a adquirir aquel artefacto que casi nunca usamos.

En pocas palabras, nuestras decisiones son el resultado de analizar información de entrada y pasarla por procesos mentales, emociones y usar la información de la que disponemos al momento de decidir.

Entender esto cambió no solo la forma en la que tomo mis decisiones (financieras y otras), sino también la manera cómo evalúo e interpreto las decisiones que toman terceros, para poder asesorarlos de mejor manera.

Personalmente, tengo una fascinación particular con la sicología alrededor de este tema. Por años, he leído sobre modelos mentales, sesgos cognitivos, falacias lógicas, etc.

Si les interesa entrar en este mundo, les recomiendo dos libros para empezar:

  • “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman (link a Kindle en español)

  • Predictably Irrational” de Dan Ariely (link a Kindle en inglés)

Hoy no voy a hablar de los libros, ni mucho menos, sino que quiero compartir una lista, con ejemplos, de algunos de los sesgos y emociones que afectan la manera que tomamos decisiones. Insisto, no solo en la parte financiera, sino en casi cualquier campo de nuestras vidas.

La lista que presento a continuación no es exhaustiva, obviamente. Sin embargo, espero que más de un elemento represente un tema nuevo y despierte la curiosidad de cada lector.

  • Disponibilidad de la información. Desde mi punto de vista el más importante. No saber algo equivale a no verlo. Por ejemplo, una persona que ignora la existencia de los fondos indexados e invierte en acciones individuales (adquiriendo más riesgo).

  • Aversión a la pérdida. Probablemente vinculado a nuestro sentido de superviviencia. En su punto más paralizante, este sesgo impide que hagamos cualquier tipo de inversión, incluso las más seguras y conservadoras (de bajo riesgo) que nos proteja de la inflación.
    Dato: perder $10 nos causa una emoción negativa más fuerte que la emoción positiva que tenemos al ganar $10. En otras palabras, para compensar una pérdida de $10, tenemos que recuperar una cantidad mayor a la misma.

  • Sesgo de confirmación. Una vez que encontramos información compatible con nuestra hipótesis inicial, tenderemos a poner atención y asignar más peso a toda aquella nueva información que confirme nuestra suposición inicial. Este sesgo puede llevarnos a pasar por alto o minimizar el riesgo de tomar una decisión.

  • Costo de oportunidad. El beneficio que dejamos de percibir al rechazar la segunda opción en nuestra lista de preferencias (la primera opción es la que elegimos). Por ejemplo, si decidimos invertir en un instrumento de renta fija que paga 5% anual, en lugar de colocar el dinero en un certificado de depósito (póliza) que paga el 6% anual, nuestro costo de oportunidad es 1% de los potenciales retornos (la diferencia entre los dos montos de interés).

  •  Mentalidad de manada. Tendemos a tomar decisiones “siguiendo a la marea” que ya ha tomado la misma decisión. Por ejemplo hacemos lo que está “viral” en redes (ojo con los influencers), sin realizar un cuestionamiento o confirmar la información de entrada.

  • Efecto marco (framing en inglés). Escogemos una opción basándonos en cómo nos la han presentado. La base del marketing y la publicidad. Pensemos en todos los anuncios publicitarios que muestran una versión idealizada de un producto y nunca su lado menos positivo o sus “contras”.
    También en la política, ¿cuándo fue la última vez que escucharon a un político, en campaña, dar una lista de las cosas que NO va a poder hacer si se lo elige?

  • Sesgo de anclaje. La tendencia a que optemos por la primera opción que se nos presenta, o que la usemos para compararla con el resto de opciones (sin cuestionar si hay una mejor). Por ejemplo que nos presenten un precio exhuberante al comienzo, para luego darnos un “descuento” que consideramos bastante conveniente (sin cuestionar si el precio inicial estaba, de entrada, exagerado).

  • Sesgo de autoridad. Uno que también considero fundamental, pues este nos advierte que los expertos no son infalibles.

  • Miedo a dejar pasar una oportunidad. El famoso FOMO (fear of missing out, en inglés) nos genera la urgencia de comprar algo ahora mismo por el miedo de perder la oportunidad de hacerlo mañana. Sobre este específico sesgo, un consejo: a menos que su compra sea de “vida o muerte”, esperen 72 horas antes de realizarla. Esto les dará tiempo suficiente para controlar la urgencia inicial (emoción) y de procesar mejor la necesidad o no de comprarlo. Ahorarrán tiempo y dinero.
    Un ejemplo reciente: la fiebre por las crypto monedas.

Como es de esperar, hay muchas fuentes en internet para aprender sobre sesgos cognitivos. Aquí una de las páginas web más completas que he encontrado.

Mi objetivo con este post y con la corta lista anterior es proporcionar una fuente de herramientas para que podamos tomar mejores decisiones, así como despertar el interés de todos sobre este tema.

A manera general, cuando hablamos de racionalidad en las finanzas, diremos que el escenario que ofrece el mayor beneficio financiero es “racional”. Sin embargo, la mejor opción puede no ser tan evidente para todos. Sobre todo, cuando no controlamos las emociones o desconocemos los sesgos cognitivos que pueden estar afectando nuestro proceso de toma de decisiones.

A veces escogemos la opción que nos deje dormir tranquilos por las noches, pues es la que mejor se acopla a nuestro perfil de riesgo y nuestra situación personal. Por cierto, esto es legítimo y válido.

En definitiva, tomemos decisiones con la menor dosis de emociones posible y con la mejor información que podamos conseguir al momento de hacerlo.

Finalmente, entender la dinámica de los sesgos cognitivos nos permite reconocerlos y hacerles frente cuando se nos presenten (somos humanos, les garantizo que pasará).

Un abrazo desde Houston,
Omar

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