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¿Estamos ante una burbuja de IA?
IA versus la crisis punto com
En medio de un mercado con máximos históricos, hay varias voces que sugieren que podríamos estar en una segunda “burbuja punto com”, a la que más bien tendríamos que llamar “burbuja IA (inteligencia artificial)”.
Ahora bien, aunque nadie puede predecir el futuro, podemos utilizar el pasado (ojo con la importancia de la Historia en general) para entender cómo y por qué sucedieron los hechos y estimar la probabilidad de que suceda una crisis similar hoy.
Aunque la Historia no necesariamente se repite (más bien “rima”), los comportamientos y las reacciones de los individuos y las masas sí tienden a ser una constante. Por ejemplo, la conducta de la mayoría de inversionistas en el mercado es similar ante un escenario de pánico (ventas masivas). Pensemos qué pasaría ante una corrección de 10% en el Nasdaq.
En este sentido, revisemos de manera resumida las lecciones y la evidencia que nos dejó la crisis punto com y comparemos estos datos con lo que podemos ver hoy desde la perspectiva de la fiebre por la inteligencia artificial.
En cada uno de los cinco puntos a continuación, resumo su vínculo con la crisis de entonces y con nuestra situación actual (inteligencia artificial), para luego plantear qué tanto se parecen ambos escenarios.
Innovaciones tecnológicas.
Punto com: Antes de comienzos de siglo, con el auge del internet, las potenciales aplicaciones de esta tecnología prometían una infinidad de oportunidades. Y no era nada descabellado pensar en la revolución en comunicación, comercio, finanzas y cualquier aspecto de nuestras vidas diarias que podamos imaginar, asistidos de una u otra forma por lo que ya ofrecía el internet. Este optimismo, como era de esperarse, despertó el interés en muchos sectores que comenzaron a invertir en casi cualquier empresa que tuviera su negocio vinculado a la web (en ese entonces, casi todos terminados en .com, de ahí el origen del nombre de la crisis).
El internet había venido a cambiar el mundo (y lo hizo), pero el exceso de optimismo en la época, combinado con otros factores que veremos a continuación, resultó en una crisis catastrófica.
Inteligencia artificial: El auge de la inteligencia artificial ha exigido que casi cualquier empresa (sin importar su tamaño) se vea obligada a estudiar la implementación de esta tecnología en algún punto de su modelo de negocios (algunas están obligadas a hacerlo para sobrevivir). No estamos hablando solamente del producto final (por ejemplo, ChatGPT), sino también de automatización de procesos intermedios. Pensemos en una aplicación IA que modele la información financiera de la empresa y sugiera acciones específicas para optimizar recursos. También, imaginemos un bot IA que analice cientos o miles de aplicaciones de empleo de manera objetiva y simplifique el proceso de contratación (este ejemplo, aplicado sin sesgos, garantiza que se elija el mejor candidato). Así, la sensación que se tiene es que la IA puede hacerlo casi todo en todos lados.
Esta valoración de las aplicaciones de IA estimula la oferta de esta tecnología y, la demanda que le sigue, despierta el interés de inversionistas en este campo.
¿Similar o diferente? En este primer punto, hay bastante similitud entre la burbuja punto com y la fiebre por IA actual. Solo basta con hacer unas simples búsquedas en internet para encontrarnos con infinidad de aplicaciones IA de todos los tipos y de todos los precios. Así mismo, hay grandes empresas tecnológicas (Google, Microsoft, Meta, etc.) con el interés y suficiente dinero para adquirir empresas pequeñas a discreción. Por ejemplo, Microsoft ya invirtió millones de dólares en OpenAI y Apple hizo una alianza estratégica con esta misma empresa.
El impacto tecnológico del internet el siglo pasado como la inteligencia artifical hoy es evidente y similar, al menos en la etapa temprana de ambas.
Inversiones especulativas.
Punto com: En la última década del siglo pasado, los inversionistas simplemente metían su dinero en casi cualquier negocio que tuviese una página de dominio punto com. La evidencia que nos deja la burbuja muestra que se llegaron a inyectar millones de dólares sin hacer un análisis básico de las finanzas de las empresas, o de si los modelos de negocios eran sostenibles. El sentimiento general era “crecer a cualquier costo”.
Como era de esperarse, esta inyección de capital influyó en la valoración de las empresas que cotizaban en bolsa, subiendo el precio de sus acciones a valores astronómicos que no tenían correlación con su generación de ventas, menos aún ganancias. La burbuja comenzaba a formarse, especialmente en las empresas tecnológicas (Nasdaq).
Inteligencia artificial: Basta ver la exponencial subida en la valoración de NVIDIA para sugerir que los sectores vinculados a la IA están experimentando una sobrevaloración que nos recuerda lo que pasó a comienzos de siglo. Para mejor perspectiva, el Nasdaq100 (QQQ) se ha apreciado casi 160% (58% post COVID) en los últimos cinco años, una muestra de que hay -por lo menos- un optimismo enorme en lo que está pasando con las Big Tech (íntimamente vinculadas a la IA). Dicho de otro modo, el mercado hoy pronostica altos ingresos futuros provenientes del campo de la tecnología (de ahí las altas valoraciones presentes).
¿Similar o diferente? En la superficie, la información del mercado actual sugiere que este punto también es muy similar a lo que pasó durante la burbuja punto com, sin embargo, los mayores actores (pensemos en los “siete magníficos”) están en una posición financiera que les permite incluso absorber pérdidas en el caso de proyectos IA fallidos en los que hayan invertido.
Aunque el peor escenario muy probablemente causaría al menos una corrección en los precios, es posible que la caída no sea tan profunda debido a la fortaleza financiera de los mayores actores.
Pero ¿por qué pensar solo en las grandes empresas como principales inversionistas de IA? Pues primero, la experiencia y el mejor capital humano se concentran en estas y, segundo, la liquidez que poseen las coloca en una posición única para negociar adquisiciones o alianzas estratégicas donde aprovechen aplicaciones ya desarrolladas.
Así mismo, a menor número de inversiones, menor salida de nuevas empresas a la bolsa (IPOs). Este es un factor no menor, pues las empresas que se quedan en el camino (quiebra) antes de salir a la bolsa, no contagian de pánico a todo el mercado de valores.
Exposición de las inversiones.
Punto com: Aunque las tasas de interés a finales de los 90 e inicios de 2000 se encontraban en valores similares a las actuales, las inversiones se distribuyeron en muchas empresas a lo largo de la formación de la burbuja. Imaginemos un mundo sin Amazon (desarrollado), Google (salió a bolsa en 2004), Facebook y con un Apple sin iPhones, es decir, sin empresas consolidadas donde se pueda invertir con mayor información fundamental. De esta manera, el sentimiento común creó un comportamiento de manada donde se pensaba que cualquier start-up del internet se convertiría en algo grande.
Para una mejor perspectiva, solo en el año 2000, hubo 397 IPOs, un récord que duró hasta el 2020.
Ahora bien, la mayor parte de estas inversiones fue en un solo sector (Nasdaq), concentrando el riesgo en lugar de diversificarlo.
Luego de que la burbuja reventó, el número de empresas que se declararon en quiebra fue de casi 80,000 entre 2000 y 2001.
Inteligencia artificial: Como hice notar en párrafos anteriores, los “Siete Magníficos” lideran la carrera por desarrollar la IA y agregarla a sus aplicaciones (Copilot de Microsoft, FSD de Tesla, Chats en aplicaciones de Meta, etc.). Así mismo, estas empresas tienen un peso relativo superior en el mercado. Basta ver los principales índices para tener la fotografía completa: los “Siete Magníficos” representan el 36% del SP500 y 40% del Nasdaq.
Por tanto, si la valoración actual de estas empresas está vinculada a la fiebre de la IA, el impacto al alza o a la baja se sentirá en todo el mercado.
¿Similar o diferente? Situación similar si nos fijamos en las tasas de interés (de hecho un punto porcentual más altas en el 2000 vs 2023-2024). Sin embargo, la cantidad de IPOs que vieron la luz en 2023 y la mitad de 2024 (250 en total) sugiere que se ha invertido con algo de cautela si las comparamos con el frenesí de 2000 (397).
Ahora bien, los precios de las acciones de muchas empresas del Nasdaq hoy sugieren una sobrevaloración. Sin embargo, la corrección podría ser leve (10% a la baja, por ejemplo) y vinculada a un exceso de inventario por una demanda sobrestimada.
Sin embargo, la concentración de las inversiones en un solo sector (IA) se asemeja a la falta de diversificación que también hubo durante las punto com.
Propagación en medios.
Punto com: Muchos vivimos en la época sin internet (no se diga ya sin redes sociales), donde la información audiovisual estaba centralizada por un cartel de medios de comunicación (oligopolio). Así, la propagación de aparentes éxitos de varias empresas (basados más en popularidad que en datos financieros duros) alimentaron el optimismo de la gente sobre la moda punto com.
Un ejemplo clásico en EEUU es pets.com, un sitio de internet cuyo modelo de negocios era entregar comida de mascotas a domicilio (la empresa quebró porque el modelo tenía una logística insostenible). Esta compañía tuvo una mascota (un títere) que se hizo muy popular en EEUU gracias a que los medios le dieron acogida, apareciendo en casi cualquier tipo de evento, colocándose así en todas las pantallas de tv de aquel entonces.
De manera similar, los programas sobre finanzas, al mostrar las ganancias astronómicas de las compañías que cotizaban en bolsa, promovieron (tal vez inconscientemente) la inversión en empresas insostenibles.
En el auge de la burbuja, todo era buenas noticias, no hubo pausas para cuestionar estados financieros o analizar el valor real entregado por las empresas a los usuarios.
El tiempo en TV es limitado y, en general, se da prioridad a lo que mueve emociones, en lugar al aburrido análisis fundamental (analizar estados financieros antes de invertir). Solo se proyecta el lado bonito de las cosas.
Inteligencia artificial: No puedo afirmar que la madurez del internet y la masificación de las redes sociales hayan generado mejores hábitos financieros. De hecho, el surgimiento de aplicaciones de apuestas o crypto basura (shitcoins en inglés) ha incentivando el consumo en lo que al final son juegos de azar o esquemas piramidales.
Cero ahorro, cero inversión.
Ahora bien, con la ruptura de aquel oligopolio de la información que había a comienzos de siglo, hoy es posible informarse sobre “lo que está de moda” a discreción de cada individuo. No tenemos que hacer un voto de fe en la información que sale de las fuentes tradicionales, sino que inmediatamente podemos poner en marcha nuestra propia investigación (due diligence en inglés) para contrastar la información inicial y tomar mejores decisiones, sin sesgos.
El gran poder (muchas veces subestimado) que nos han dado las redes vino con una gran responsabilidad.
Adicionalmente, hoy contamos con la posibilidad de automatizar nuestras inversiones. Es decir, programar nuestras cuentas de broker para comprar o vender acciones automáticamente, removiendo las emociones en el proceso.
En este sentido, la automatización de inversiones envía señales inmediatas al mercado, lo cual puede ocasionar correcciones más severas en menor tiempo (algo bueno o malo, dependiendo de la perspectiva).
Pensemos en una corrección de 10% (a la baja) en todo el índice Nasdaq. Si millones de inversionistas tienen automatizada la venta en el caso de una baja de este tipo, sus brokers venderán acciones (aumentando la oferta), lo cual podría desplomar el precio de las acciones de varias empresas todavía en mayor proporción.
¿Similar o diferente? Aunque la diferencia en la forma es evidente (abundancia de la información vs escasez y oligopolio), no me queda claro que los sesgos y las emociones (la sicología del mercado) puedan removerse como resultado de la facilidad que tenemos para investigar por nuestra cuenta antes de invertir. Sin embargo, asumiendo que los mayores actores tienen mejor experiencia y mejor información (calidad y cantidad), podríamos afirmar que también hay una ligera diferencia de fondo entre lo que pasó durante la burbuja punto com y la inteligencia artificial hoy.
Ausencia de ganancias
Punto com: Muchas empresas con modelos de negocios basados en el internet tenían como prioridad crecer y aumentar su cuota de mercado, sin importar si había ganancias. Como mencioné en párrafos anteriores, muchos de estos modelos eran insostenibles y sus ganancias dependían de atraer publicidad futura o del crecimiento de su base de usuarios. Para varias, ninguno de estos se concretó en el tiempo.
Aunque es normal que una empresa experimente pérdidas en sus etapas tempranas, no se puede sostener un modelo que nunca produzca ganancias. Por ejemplo, regresando a la historia de pets.com, el negocio terminó quebrando porque la propuesta de valor no terminó de convencer a la suficiente cantidad de usuarios.
Era una propuesta demasiado arriesgada. Ofrecer alimentos para mascotas por internet, asumiendo que el usuario iba a preferir comprar estos productos desde su computador (recordemos que no existían los smartphones antes de 2007) antes que dirigirse a la tienda para adquirirlos directamente y al instante. Obviamente, la gente prefería la segunda opción.
La poca acogida y la logística mataron a pets.com. La empresa se declaró en quiebra en noviembre de 2000, solo nueve meses después de salir a cotizar en bolsa.
Este es solo uno de tantos íconicos ejemplos de varias empresas que terminaron quebrando durante la burbuja punto com.
Inteligencia artificial: Otra vez traeré a la discusión a los Siete Magníficos. Ya hemos establecido que su peso relativo en la bolsa puede mover todo el mercado. En este sentido, todas las empresas han declarado ganancias en lo que va del año. Además, muchas ya utilizan algoritmos de IA en sus productos, muchos de ellos sin costo adicional para el usuario final.
Varias de las aplicaciones directa o indirectamente son responsables de la generación de ganancias de estas empresas.
¿Similar o diferente? Diferente casi como la noche y el día. Propongo un ejercicio mental para entenderlo mejor: supongamos que la IA es una burbuja y termina reventando, causando una decepción total en el mercado. ¿Qué empresas quedarían al borde de la quiebra?
Además, incluso si tuviésemos un respuesta a la pregunta anterior, para que un efecto dominó parecido a la crisis de las punto com pase, es necesario un contagio sistemático, es decir, varias empresas fallando a la vez.
Si bien nunca es imposible que las empresas quiebren, tenemos también que analizar la probabilidad de que no una, sino varias se desplomen al mismo tiempo. En análisis de riesgos debemos distinguir lo posible de lo probable.
Conclusión
En definitiva, aunque es probable que haya empresas que quiebren sin mayor historia, estas no contagiarán de pánico al mercado porque no han tenido tiempo (o inversionistas suficientes) para salir a cotizar en bolsa o, en otros casos, habrán sido adquiridas por empresas inmensas, con la salud financiera suficiente para no poner en riesgo su integridad en el mercado.
Sin embargo, la fiebre por la inteligencia artificial sí estimula la producción adicional de productos y servicios (pensemos en NVIDIA fabricando más GPUs para futuras ventas). Esto, a su vez, sugiere ventas y ganancias futuras, lo que aprecia el valor presente de estas empresas. Ahora bien, si esta demanda no es la esperada, muchos productos quedarán en inventario sin venderse y habrá servicios sin la base de usuarios pagados lo suficientemente grande para sostener el modelo de negocios de quienes los ofrezcan. Esto generaría una corrección por inventario, lo cual haría que el mercado sufra una caída considerable, pero lejos de una crisis como las punto com.
Quienes entendemos lo que pasa, veremos una oportunidad de comprar barato.
Un abrazo desde Houston,
Omar
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