El metaverso mata a Meta

Meta (antes Facebook) se ha desplomado mucho más que cualquier otro Tech en 2022. De hecho, en porcentaje, ha caído más puntos que Netflix en lo que va del año. ¿Qué está pasando con el ex-Facebook? Aquí mi análisis.

Todavía cuesta llamar “Meta” a la empresa que todos vimos nacer y crecer como “Facebook. No es fácil olvidar el nombre del producto principal de Meta, que junto con Instagram (IG) y WhatsApp (WA) mantienen a este gigante con vida.

En la actualidad, "Meta” toma su nombre del nuevo emprendimiento interno de Zuckerberg y compañía: el metaverso. Sin embargo, aunque sea temprano para exigir resultados positivos, esta nueva apuesta de Meta, además de consumir mucho más de lo que produce, parece no gustar a los inversionistas que estaban acostumbrados a la estabilidad de Facebook, IG y WA.

La causa raíz de la devacle de Meta parece ser una combinación de errores gerenciales y conflicto de intereses que han nublado la buena visión que la empresa -Mark Zuckerberg a la cabeza- tuvo en sus inicios. Analicemos algunos factores a continuación.

Diferentes niveles de riesgo

Fundada en 2004 y cotizando en bolsa desde 2012, Facebook pasó la etapa “startup” hace varios años, creciendo con finanzas sólidas (tanto ventas como ganancias) en el camino. Este éxito se ha visto reflejado en el precio de su acción, la cual se ha apreciado más de 250% desde su cotización inicial (IPO).

Para tener una mejor idea, un fondo indexado al SP500 (VOO, por ejemplo) se apreció un poco más de 200% desde que Meta (Facebook entonces) cotiza en bolsa. Aunque la diferencia es importante, recordemos que Meta llegó a estar apreciada más de 400% en su pico más alto (respecto a la salida inicial a bolsa -IPO-) y también que esta empresa no paga dividendos, mientras que los fondos indexados al SP500 sí (y de los más altos).

De todas formas, Facebook había mostrado el crecimiento y la estabilidad necesaria para inversionistas a largo plazo. Pensemos en la adquisición de Instagram (IG) y WhatsApp (WA) como evidencia de que se seguía una estrategia clara, dentro de un sector conocido y relativamente maduro. Además, estas adquisiciones dieron los frutos esperados tanto en retornos como en ganancias.

Comprar IG y WA fue una inversión en empresas que ya tenían una cuota de mercado conocida. No hubo sorpresas para los inversionistas. Facebook se había transformado en una máquina de hacer dinero. Hasta entonces, la hoja de ruta era clara y el riesgo de invertir en Facebook sin IG ni WA no cambió luego de adquirir ambas empresas, pues todas eran (siguen siendo) negocios con éxito comprobado cuando fueron controladas por Facebook.

Pero luego vino la propuesta del metaverso, una apuesta mucho más parecida a una startup que a una empresa madura (o joven con relativa consolidación) y con esta, la demandante quema de capital que requiere todo emprendimiento nuevo, con sus consecuentes pérdidas.

De hecho, solo tenemos que ir a los estados financieros de Meta para saber los montos exactos de inversión, ventas y pérdidas. En este sentido, Meta recibió 2,274 millones de dólares en 2021 por ventas de productos y servicios relacionados con el metaverso. En contraste, la empresa gastó 12,467 millones en este proyecto ese mismo año.

En consecuencia, el metaverso le causó a Meta más de diez mil millones de dólares en pérdidas en 2021.

Ahora bien, todo emprendimiento pierde dinero en sus inicios, eso no solo no es nuevo sino esperado por cualquier inversionista. Así, el metaverso no fue la excepción: un nuevo mercado con gran incertidumbre con las pérdidas a la orden del día durante el despegue.¿Cuál es el problema entonces?

El error fue agrupar todas las empresas dentro de la misma nave (Meta). Al hacer esto, Zuckerberg estaba mezclando niveles de riesgo diferentes. A muchos inversionistas de largo plazo no les gusta la incertidumbre adicional que representa un proyecto como el metaverso, pues las ganancias actuales y las proyectadas de Meta se verán afectadas por las pérdidas iniciales del nuevo proyecto (el metaverso en este caso).

En otras palabras, al ver las finanzas de Facebook, IG y WA todo son ganancias, pero al agregar los resultados del metaverso al total, Meta sufre una baja significativa en su margen neto. Cuando esto sucede, algunos inversionistas se incomodan y comienzan a liquidar sus posiciones. Como resultado, la acción deja de ser demandada como antes y su precio baja.

El perfil de un inversionista que pone dinero en un startup es -casi siempre- muy diferente a uno que invierte en una empresa que ya genera ganancias estables y quiere comodidad y una moderada exposición al riesgo. Y aunque no está mal que las empresas lancen productos o servicios nuevos, esto siempre se puede hacer separando lo tradicional de lo nuevo, fundando una nueva empresa, o manteniendo una marca separada de la principal (tanto en lo legal como en lo financiero).

Dos niveles muy diferentes de riesgo bajo un mismo techo ahuyentan a quienes son aversos a riesgos altos (aquellos que no invierten normalmente en startups).

El pecado original de Facebook

Las empresas tienen un tiempo de vida finito. Pueden ser décadas o siglos, pero no la eternidad.

Durante su vida (corta o larga), las empresas tienen también diferentes etapas, tal como un ser humano. Por ejemplo, en sus inicios casi todo es experimentar, tomar riesgos, vender ideas y proyecciones, aprender a caminar. Imaginemos Microsoft cuando lanzó el primer Windows.

Luego, cuando la propuesta de un producto o servicio ha tenido éxito, comienzan a crecer las ventas y las ganancias vendrán eventualmente. Aquí comienza la consolidación financiera y de mercado, los IPOs. Pensemos en Facebook en 2012.

A continuación viene la madurez, donde sostener el crecimiento es el objetivo principal y tomar altos riesgos no es una prioridad. En esta etapa pueden darse adquisiciones o inversiones dentro de un sector relativamente conocido. Pensemos en Apple al día de hoy.

Finalmente viene el declive, el tiempo para pensar si hay que liquidar (cerrar la empresa) o vender al nuevo joven sustituto que se ha ganado la confianza del mercado. La etapa más díficil, pues a nadie le gusta reconocer que el momento de cerrar las puertas y apagar las luces ha llegado. Pensemos en Blockbuster, que murió a los pies de Netflix.

Por consiguiente, cada etapa tiene particularidades que demandan un perfil diferente de quien lidere la empresa, tanto del CEO como del consejo directivo. Por ejemplo, una persona con el entusiasmo de un fundador puede cometer errores graves al tomar el control de una compañía madura o en declive y vicerversa. En otras palabras, nadie pondría a Mark Zuckerberg al frente de Boeing o de Coca Cola.

Lo que se ve como fortaleza en un fundador (baja aversión al riesgo, alto perfil mediático, capacidad de vender ideas), es veneno para una empresa madura que necesita calma y tiempo para pensar en la forma más saludable de crecer, en especial cuando hay mucho dinero en la hoja de balances.

Imaginemos una empresa madura, donde la distribución de las ganancias entre los accionistas puede ser una decisión que se tome como parte de la política corporativa. Es decir, la gerencia está consciente -en ese punto de la vida de la empresa- que una de las mejores formas de usar el dinero de sus ganancias es distribuirlo entre los accionistas. Pensemos en Apple y Microsoft, quienes pagan dividendos trimestrales como política corporativa (recordemos que en EEUU no hay obligación legal de distribuir las ganancias de las empresas que cotizan en bolsa).

De este modo, los accionistas aceptan y entienden que Meta es todavía una empresa muy joven como para decidir pagar dividendos a estas alturas. Sin embargo, una apuesta como el metaverso no ha sido recibida con la misma tranquilidad.

Lanzar el metaverso es la decisión de un fundador entusiasmado por su startup, pero dentro de una empresa que hace rato dejó de ser nueva y que necesita un liderazgo más moderado. En este sentido, a Meta le vendría de maravilla un cambio de mando inmediato, pero hay un conflicto de interés que lo impide y que nació con la empresa. Zuckerberg tiene control de 57% de la misma, a través de la emisión de un tipo especial de acciones que multiplica sus votos por diez y que se le otorgaron con la estructuración de la empresa cuando salió a cotizar en bolsa por primera vez. Un pecado original que se escabulle en medio del entusiasmo por el IPO y que otras empresas también han cometido (veáse Google).

En contraste, el accionista promedio de Meta, aquel que compra sus acciones mediante un broker, tiene derecho solo a un voto por cada acción adquirida (que es el estándar en casi toda empresa).

Recordemos que las empresas que cotizan en bolsa tienen que velar por sus accionistas. Este es elobjetivo de tener un consejo directivo con el poder necesario para cambiar la dirección de la organización. Ahora bien, ¿cómo cambiamos de CEO si necesitamos los votos del mismo CEO para hacerlo? De la respuesta a esta pregunta podría depender el futuro de Meta.

¿Qué vende Meta?

Es claro que si quisiéramos valorar Coca Cola, tomaríamos sin duda a Pepsi como referencia para comparar nuestra valoración. En otros sectores tendríamos todavía más empresas para compararlas entre sí, por ejemplo Chevron, Exxon, Occidental, en el sector de la energía; Walmart, Target, Costco, en el sector de retail y consumo, y así un largo etcétera.

En contraste, si quisiéramos valorar Meta, no queda muy claro qué tipo de empresa estamos estudiando desde el punto de vista del modelo de negocio. En otras palabras, podemos considerar que Meta es una empresa que vende advertising, de hecho, este es el principal ingreso de sus aplicaciones insignia (Fb, IG y WA). Sin embargo, si comparamos Meta con Google (que también vende ads), la capitalización de mercado es 3 a 1 en favor de este último, por lo que quedaría bien claro dónde invertir, sin necesidad de un complejo análisis.

Del mismo modo, agreguemos el metaverso a Meta y la tarea se hace todavía más difícil, pues este proyecto vende hardware y software en un mercado casi inexplorado. Además, aunque la misma empresa ha desglosado sus estados financieros entre las aplicaciones y el metaverso, todas están cobijadas por la misma entidad: Meta y es así como lo entienden tanto inversionistas como analistas.

Conclusión

La valoración de Meta, ya afectada (a la baja) por el alza de los intereses, se ve todavía más golpeada por la incertidumbre adicional que representa agregar un riesgo mucho mayor al que estaban acostumbrados sus inversionistas de toda la vida.

En el futuro el metaverso puede ser un boom tan grande como el primer iPhone o un fiasco como Peloton. Hoy, el mercado es muy escéptico y parece inclinarse por el segundo escenario. Una cosa es cierta: Meta perdió diez mil millones de dólares en 2021 jugando al metaverso y mientras Zuckerberg tenga el mando, parece no haber una salida o solución clara que incetive a sus accionistas a quedarse, mucho menos que atraiga a nuevos inversionistas con el perfil tradicional del comprador de Facebook.

Un abrazo desde Houston,

Omar